¿Sabes
patinar sobre hielo? Yo no tengo ni idea. Hace unos años se empeñó mi sobrina
en ir un día a patinar. En aquel tiempo ella iba a clases y participaba en
competiciones. Me animé una tarde y salimos a la pista. Mientras ella daba
vueltas y vueltas a gran velocidad y hacía giros sobre sí misma, yo permanecía
agarrada a la barandilla tratando de sostenerme en pie. Ella me animaba: “Tía,
vamos, es muy fácil”. Me parecía misión imposible. Disfruto viendo a otros
patinando sobre hielo, me transmite una sensación increíble de libertad pero a
mí me da mucho miedo. El tiempo fue pasando y decidí poco a poco lanzarme.
A
mi ritmo di unas tres o cuatro vueltas por toda la pista. Me pasaba las de
Pedro: Cuando agarraba un poco de velocidad y creía haber logrado el control, aparecían
mis miedos y tambaleaba. A punto de caerme estuve varias veces, una me
alcanzaron al vuelo, otra nada ni nadie pudo evitarlo.
Comienzo con esta historia para contarte ahora que, anoche escuchando un comentario del “Libro de la Vida” de Santa Teresa de Jesús, un carmelita contaba que la conversión más fuerte le llegó a la santa cuando puso toda su confianza en el Señor. Después en mi oración antes de acostarme leí providencialmente sobre la confianza en Dios de Santa Teresita, de Abraham… Y a las 2.20am me despertó un sueño. Una pista de hielo inmensa y Alguien experto en patinaje que me agarra y me invita: “Vamos”. Yo no quería y le dije que tenía miedo. Insistió en que me dejara llevar y… ¡qué gozada!
Así
es el Señor… tal vez no conozcamos el terreno que pisamos, quizás surjan miedos,
seguro que no controlamos lo que tenemos entre manos, a lo mejor no sabemos a
dónde vamos… pero: “Nos sostiene y agarra fuerte”, “Tan solo hay que
abandonarse, confiar y dejarse llevar”. Es de esta forma que desaparece el
miedo en nuestra pista de hielo. Y con tan experto patinador ¿quién no se
anima?
Ocho
días después de escribir esto, me encuentro en un libro (“¿Hacia dónde mirar?”.
Espiritualidad en la vida cotidiana) una reflexión de un sacerdote llamado
Miguel Márquez Calle titulada “Bailad con Él”. En esta historia cuenta que había
estado viendo en televisión patinaje artístico sobre hielo. Te voy a compartir
algunas de las cosas que escribió:
“¿Por quién, con quién
bailaría yo así (aunque sea en sueños)?. Soy sacerdote… El patinaje de ayer me
recordó que he dejado de bailar con Dios… Tantos gestos dormidos… Tantas
celebraciones sin el brillo de la ternura… Cómo me olvido de bailar con mis
hermanos
Hoy voy a ensayar a
bailar para Él, a dejarme llevar por Él, abandonarme a su querer y acariciar su
querer. No os olvidéis de bailar, desterrad la ternura dormida”
Si estuviéramos contentos de ti, Señor,
ResponderEliminarno podríamos resistir a esa necesidad de danzar que desborda
el mundo y llegaríamos a adivinar qué danza es la que te gusta
hacernos danzar, siguiendo los pasos de tu Providencia...
la danza de la vida