Desde que comenzó la pandemia están afectando múltiples
problemas a la sociedad. En Honduras ya son diez semanas confinados en casa y,
aunque sabemos que al final del túnel está la luz, todavía vemos todo muy
oscuro.
Los despidos laborales o suspensión de trabajo y sueldo por
tres o cuatro meses lleva a muchos a emigrar a sus lugares de origen, a pasar
hambre, a tener que pedir… y en otros casos a delinquir
La necesidad de quienes trabajan en la economía informal de
salir a la calle todos los días les conduce a exponer su vida al estar en
contacto con infinidad de gente que no cumple con las medidas de bioseguridad
establecidas
La suspensión de clases presenciales y la alternativa de clases
on-line excluye a quienes carecen de recursos por no disponer de celular o no
con la capacidad suficiente para poder
poner una recarga de internet o descargar las numerosas aplicaciones que exigen
sus profesores
La escasez de insumos de protección para sanitarios y otros
trabajadores en hospitales, y de recursos para combatir la enfermedad pese a
los millones recibidos para afrontar esta crisis hace más vulnerables a unos y
a otros
Y podría seguir enumerando...
Como consecuencia de estos y otros problemas “externos”
se están acrecentando otro tipo de problemas que afectan emocionalmente a las
personas:
Depresión, ansiedad, angustia, estrés, desesperación…
Violencia intrafamiliar en los hogares y aumento de mujeres
asesinadas
Impotencia, frustración, tristeza, soledad… sentida por
quienes son estigmatizados por padecer
de coronavirus o por los que no pueden acompañar a sus familiares en su
enfermedad o en sus últimos momentos
Pérdida del sentido de la vida, deseos de acabar con la vida…
Demasiado dolor interno y sufrimiento que no vamos a sanar de
la noche a la mañana
Demasiado daño que no va a ser posible reparar únicamente con
palabras
Demasiados problemas que no podemos obviar y ante los cuales
no podemos cerrar los ojos
Si todo esto no toca nuestro corazón será señal de que todavía
está endurecido. Será signo de que esta pandemia no llegó ni a acariciarnos la
piel. Este problema es mundial, nos afecta a todos. Extendamos la mirada. Y pidamos
al Señor un corazón sensible, un corazón de carne capaz de conmoverse y actuar
ante la realidad porque todos somos hermanos
Dios mío, aunque es una realidad mundial,se siente más en uno países que en otros,nuestra peor pandemia en Honduras, es la corrupcion,y contra esa es más difícil luchar que el mismo covid..parece que nunca hallaremos la vacuna,o quienes tienen vacuna no la quieren usar para aliviar un Poco la carga a los más vulnerables de este pais..El pobre sigue cargando con todo lo dicho anteriormente,ya estamos tanjorobados.que muchos prefieren no despertar..
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