Cuando
todo va bien o creemos tener nuestra vida bajo control, puede suceder algo que
nos desestabilice. Es momento de reconocer que no podemos nada, que nuestros
caminos no son sus caminos, que lo que acontece es parte de un Plan Misterioso
de salvación que no logramos comprender. Sólo queda dejarse llevar, abandonarse
y confiar.
Hace
unos años tuve la oportunidad de navegar en una barca de vela movida únicamente
por la fuerza del viento. Me invitó un matrimonio amigo de mis padres. La
barquita era de ellos, tenían mucha experiencia en el manejo. Papá se quedó en
el puerto viendo cómo nos alejábamos con más miedo que alma. Son embarcaciones
muy frágiles y expuestas a volcar si una maniobra no se hace correctamente.
Me
di la oportunidad de vivir una experiencia nueva y disfrutarla pero nunca pensé
que me iba a enseñar tanto.
Las
olas se sucedían y el viento soplaba unas veces más fuerte que otras. El
matrimonio se movía de un lado a otro moviendo las velas, “jalando” las
cuerdas… y de vez en cuando me indicaban donde sentarme para equilibrar el
peso. Con nosotros viajó un perrito que no dejó de temblar hasta tocar tierra
firme. Me daba entre risa y lástima porque aunque también llevaba su chaleco
salvavidas, el trajín que teníamos era intenso.
En
un momento nos detuvimos, el viento cesó y con él toda actividad. No sé el
tiempo que permanecimos sólo estando.
Y
bueno, así es en la vida de todo creyente que se deja llevar por el impulso y
la fuerza del Espíritu. Unas veces parece que no se avanza y hay que ser
paciente, saber esperar, dejarse acompañar por el silencio… otras veces se va
muy rápido, en ocasiones hay que sortear obstáculos, ser creativo, ser
prudente, ser inteligente…
Aunque
creas tener claro el camino, aunque sientas que el viento sopla a tu favor… no
tienes el control. No fuerces ni te resistas, no te enojes ni luches contra lo
que es. Abandónate y confía porque quien te ama utiliza su Espíritu para
empujarte a buen puerto. Respeta y acoge sus tiempos, su manera, sus caminos…
No tienes ni idea de manejar ese velero, permite que sea Él quien te siga
llevando
Excelente reflexion Dios es el capitan de nuestro barco
ResponderEliminarQuerida Gloria lo leo y me identificó con esta historia.
ResponderEliminarQue la gracia de Dios se siga manifestando en cada escrito que hace.
Ánimo y a seguir remando con rumbo norte y hacia buen puerto!
ResponderEliminarGracias Gloria, interesante reflexión.
ResponderEliminarDios al timon... Gracias 🥰
ResponderEliminarGracias por compartir muy linda experiencia y real reflexión saludos
ResponderEliminarBendiciones