Santa
Teresa de Jesús nos advierte respecto a aquellas mal llamadas “amistades” que en
realidad son apegos y lejos de acercarnos a Dios nos alejan de Él. El apego se
da cuando una persona intenta controlar a la otra a través de las emociones. El
mal espíritu siempre está al acecho y puede aprovecharse de cualquier persona,
por muy buena que parezca, para seducirnos y tentarnos con el objetivo de
enredarnos y hacernos caer.
Solo hay un camino si no queremos que nuestra alma se pierda: evitar, alejarnos, cortar de manera tajante. Y ante esto tal vez surgen los escrúpulos: “¡Qué poca caridad!”, “¡Qué poca compasión con esas personas!”, “¡Eso no me parece cristiano!”, “¿Qué va a pensar Dios de mí?”... O tal vez tus justificaciones: “Qué exageración, no es para tanto”, “Por un rato que esté con esa persona no va a pasar nada”, “¿Y qué va a pensar si me alejo?”, “¿Cómo me voy a apartar si le quiero?”, “Perdería muchos favores”… Santa Teresa dice que tales apegos deben romperse radicalmente y no lentamente, con independencia de quien sea, pues es muy difícil romper estos apegos lentamente
Está en juego tu salvación, tu vida.
Está
en peligro tu alma, tu paz interior
“Tenía yo de gran
liviandad y ceguedad, que me parecía virtud ser agradecida y tener ley a quien
me quería. ¡Maldita sea tal ley, que se extiende hasta ser contra la de Dios!. Es
un desatino que se usa en el mundo, que me desatina; que debemos todo el bien
que nos hacen a Dios, y tenemos como virtud, aunque sea ir contra Él, no
quebrantar esta amistad. ¡Oh ceguedad del mundo! (Libro de la Vida 5,4).
“Miren que va mucho en
esto, que es cosa peligrosa y un infierno y daño para todas” (CV 4,15)
“No nos dejes caer en
la tentación” decimos en el padre nuestro. Y el
Señor nos ayuda a ver con claridad nuestras tentaciones, pone los medios para que
las enfrentemos pero quienes hacemos alianza con el mal espíritu o con Él somos
nosotros. No va a hacer por ti lo que te corresponde. Te dio libertad para elegir.
Tú decides: ¿El Amor o el apego?
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