Entre la muerte y la resurrección: “Solo silencio”. Silencio
acompañado de tristeza, confusión, soledad, incertidumbre, enojo… Un silencio
que pesa, que desespera, que angustia, que asusta…
Ese silencio se sigue viviendo cuando la fe está ausente, cuando
se renuncia a creer ante las situaciones adversas, cuando se tiene fe pero solo
queda la creencia.
Ese silencio está provocando en la actualidad el sufrimiento de
muchos.
Ese silencio conduce a unos a perder la esperanza y a otros a no
encontrar una razón por la que seguir viviendo
¿Qué hacer para que el silencio no sea estéril sino fecundo? ¿Dónde
o a qué agarrarse cuando todo es silencio? Para mí solo hay una respuesta: la
fe. Yo sé que en ese silencio tan espeso no hay el menor rastro o experiencia
de Dios, pareciera como si se hubiera ausentado o no escuchara nuestras oraciones,
pero la fe va más allá de los sentimientos. En esos momentos solo queda
sostenernos por la creencia racional que mantenga viva nuestra esperanza, que sepa
esperar, que confíe en que el dolor, el sufrimiento y la muerte no tienen la última
palabra, que se abandone, que ofrezca su desolación por el bien de otros.
El silencio del Sábado Santo termina en resurrección y vida, en
gozo y alegría. Tal vez hoy ese silencio te envuelva y habite, mantén la mirada
fija en el horizonte. Eres su hij@ amad@. Aunque no le sientas, aunque pienses
que se olvidó de ti, aunque creas que no tienes valor para Él… está contigo. Aunque
el silencio se haya convertido en tu compañero de camino… Él está contigo.
El silencio no es un enemigo, tan solo otro medio que puede
servirte para crecer y encontrarte con quien no cesa de buscarte en todo
momento y en cualquier circunstancia. Abandónate, confía y mantén viva tu
esperanza porque la resurrección de Jesús venció toda muerte.
Esta excelente la reflexión me calo muy ondo en mí corazon
ResponderEliminarGracias a Dios por amarnos en el silencio.
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