Érase
una vez una rosa que tenía miedo de presentarse ante su Creador porque estaba
convencida de que le pediría ser orquídea. Es por esto por lo que consciente, o
tal vez inconscientemente, se exigía ser orquídea. Sus intentos frustrados lo
único que conseguían era que permaneciera en un estado de continua
insatisfacción.
Nuestra
querida rosa no solo estaba descontenta con su fracaso sino que hacía
partícipes de su malestar a las otras flores del bosque exigiéndoles ser como
ella: una bella rosa. “No puedo ser orquídea pero te exijo ser rosa a ti que
eres una campanilla, y a ti que eres una azucena, y a ti que eres un geranio, y
a ti que eres…”. Se esforzaba mucho por cumplir y agradar a las demás, no tanto
por el mero hecho de darse sino esperando la misma respuesta cuando se viera en
necesidad. Esto solo le trajo siempre amargura, frustración, decepción, enojo y
tristeza porque la campanilla, la azucena, el geranio y las otras flores
continuaban siendo ellas mismas.
¿Acaso
una rosa, por más que se empeñe, llegará a ser orquídea?
¿Acaso
una rosa puede lograr que otras flores sean como ella?
¿Acaso
cada flor no ha sido creada para ser lo que es?
¿Por
qué esta bella rosa no se centra en su Creador y se enfoca en lo que es y ha
venido a ser, en lugar de exigirse ser lo que no es o esperar que otras flores
sean como ella?
Nuestra
querida rosa alcanzará la plenitud cuando reconozca quién es, cuando se ame tal
cual es (aún con espinas y todo), cuando se enfoque en ser lo que es y cuando
acepte el bello jardín de múltiples colores en el que está inserta y descubra
la riqueza y particularidad de cada flor
Exelente reflexion
ResponderEliminarExcelente reflexion
ResponderEliminarToda la razón, tolerancia con nosotros mismos y con los demás.
ResponderEliminarAceptarse uno mismo y a los demás tal cual son
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