¡Cómo
cuesta permanecer, insertos como estamos, en la cultura del usar y tirar, de lo
temporal…!
¡Cómo
cuesta permanecer en el matrimonio, en un compromiso, en un trabajo, en una
relación de amistad…!
¡Cómo
cuesta permanecer fiel a unos valores, a unos principios, a unas creencias…!
El
Señor nos habla también de permanecer en Él, unidos a Él, con Él… de forma que
todo lo que digamos, hagamos y vivamos tenga su origen y fin en Él. No es una
imposición, no es una condición para amarnos… es un deseo profundo, es una
invitación a la plenitud, a la libertad, a vivir de manera diferente y ser feliz.
En
esta propuesta a permanecer en Él, te está diciendo que te quiere tal y como
eres. No pone su atención en si el sarmiento está estropeado, casi seco, herido,
algo roto… Su atención se enfoca en el amor por su sarmiento. Y es que la
persona, y su amor por ella, está por encima de sus faltas, pecados, flaquezas,
compulsiones, miedos… Y en cuanto a dar fruto: Es capaz de dar fruto de
cualquier sarmiento siempre que reconozca su dependencia y necesidad de Él, su
pequeñez y su miseria, y a la vez desee permanecer unido a Él.
El
sarmiento tiene que enfocarse en permanecer unido a la vid. El fruto es obra de
la gracia: “Sin mí no podéis hacer nada”.
El sarmiento, por sí solo, por su esfuerzo y aunque tenga muy buenas
intenciones, no logrará fruto alguno.
Permanecer
unidos a la vid no es pensar en la vid sino ser uno con ella, es anteponer el
amor a todo lo demás
Permanecer
por encima de las críticas de otros, de no ser valorados o reconocidos, de
humillaciones, de miedos, de dudas, de fracasos, de errores…
Permanecer
a pesar de… hasta el final.
i Qué bello y valioso mensaje y reflexión ! Coincide con algo que meditaba ayer. Muy motivante, nos produce gran gozo y agradecimiento.
ResponderEliminar¡Muchas Gracias!
ResponderEliminarGracias, que linda reflexión
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