Aún
cuando la pandemia no ha terminado, a pesar de que la vacuna no ha llegado a la
gran mayoría, a unas semanas de que la tan temida variante “Delta” sea la
predominante… se da la libertad a los ciudadanos en muchos países de poder
optar por llevar o no la mascarilla.
Los
hay que se preguntan quién asumirá responsabilidades después pero para evitar
buscar culpables apelemos a la responsabilidad personal de cada uno:
cuidándonos y cuidando a los otros
Porque
el discernimiento sobre su uso o no, nada tiene que ver con que no se ve mi
cara bonita o mi sonrisa, con que me da mucho calor, con que prefiero gastarme
el dinero en cervezas, con que ya llevamos mucho tiempo, con que “dios” nos va
a proteger o con que ya estamos hartos de la norma. En cualquiera de estos
casos con nuestra actitud respondemos a lo que nos apetece, a lo que queremos,
a lo que se nos antoja… y una actitud así además de dañar puede dañarnos
El
discernimiento ahora sigue siendo el mismo que hace medio año o que cuando
comenzó todo: el amor a mi prójimo y a mí mismo. Y el amor supone el cuidado de
los otros y mío.
En
un mundo en el que se nos vende el: “Disfruta y haz lo que quieras porque la
vida son dos días” se hace urgente vivir desde el amor todo lo que acontece,
incluidas las decisiones que tomamos cada día. ¿Te quitas la mascarilla o
sigues con ella?
Todo con amor
ResponderEliminarLa responsabilidad también es un acto de amor
ResponderEliminarCompletamente cierto, es una gran responsabilidad que debe movernos a cumplirla el Amor a si mismo y al prójimo. Triste REALIDAD comprobar con frecuencia que la ignoran muchos...
ResponderEliminarSigo con ella la vida sólo es una y sí la pierdo por necio no tiene sentido.
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