Agotados
del trabajo y de la rutina de cada día no hay nada más deseado que un rato de
descanso. ¿Dónde descansas? ¿Qué te descansa? ¿En quién descansas?. Unos buscan
el descanso yendo a la playa, a la montaña, al pueblo, a visitar a la familia…
otros en la televisión, la tecnología, el ocio que ofrece el mercado… ¿Y tú dónde
lo buscas? ¿Dónde lo encuentras? ¿Realmente descansas en tu descanso?
Jesús
nos invita a un lugar tranquilo a descansar un poco. Nos llama a estar con Él. Quiere
que descansemos con Él y en Él. Pero, ¿Cómo considerar el tiempo de estar con Él
como tiempo de descanso cuando se vive como obligación, compromiso o tarea? ¿Cómo
me va a descansar aquello que considero una actividad más de las múltiples que
ocupan mi día?
Todavía nos falta mucho para conocer a ese buen pastor que en verdes pastos nos hace reposar, que nos conduce a las aguas de descanso y reconforta nuestra alma. Y tal vez decimos que le amamos pero no lo suficiente si continuamos ocupando nuestro tiempo en aquello que no nos edifica y construye como personas, si nos distraemos con las cosas del mundo, si seguimos nuestras apetencias, gustos, intereses o quereres.
No hay nada más grande que ansíe nuestra alma que encontrarse con Él y sin embargo continuamos errantes, buscándole sí pero, perdidos por otros rumbos
Jesús nos invita a un lugar tranquilo, a un espacio de silencio y contemplación en nuestra vida diaria, para encontrarnos con Él y para descansar en Él. Podemos elegir entre ésta y otras múltiples ofertas que nos ofrecen y seducen. Tú decides
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