Tal
vez nos afanamos por querer encontrar a Dios en todo, por conquistar su amor, y
vamos de un lado a otro buscando y haciendo sin éxito alguno.
Él
queriendo mostrarnos su amor en todo y a través de todos y mientras:
continuamos centrados en “nuestras cosas”, nos cerramos a Él, tratamos de
controlar cada minuto de la vida, andamos por otros derroteros, pasamos
distraídos con el cumplimiento, los compromisos, el hacer…
Como
dice San Pablo: “Nada puede separarnos de su Amor” pero hay un obstáculo que dificulta
el encuentro: Ese obstáculo soy “Yo”. El “Yo” que se cierra a ese Amor, el “Yo”
que quiere controlar todo, que se distrae, que trata de lograr la perfección,
que se cree autosuficiente, que se culpa, que guarda rencor, que se juzga, que
no se acepta…
Cada
vez que el “Yo” se resiste a lo que sucede, lo vive de “mala gana”… se cierra
al Amor.
Cada
vez que el “Yo” se queja por lo que acontece, se enoja contra aquello que no
está en sus planes, se molesta porque se le rompen los esquemas… se cierra al
Amor
Tarea
del “Yo” es derribar esos muros, abrirse al Amor, dejarse alcanzar por Él, abandonarse y confiar…
No
hay que buscar o conquistar ningún amor porque el Amor está al alcance de todos
Bella reflexión.
ResponderEliminarSi hay sufrimiento encontraremos el verdadero amor de Jesucristo.
Gracias Dios amoroso, tu amor es fiel y eterno, gracias por aceptarme y armarme como soy. Gracias. G
ResponderEliminarES de las mejores noticias que recibo hoy y me hace muy feliz conocerlo y comprobarlo. i SÍ, DIOS EN MI, EN TODO Y PARA TODO !Amén
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