A veces la espera
desespera. Inmersos en la cultura del “todo para ya”, podemos impacientarnos
cuando las cosas no suceden al ritmo que queremos
En la vida del
Espíritu es esencial saber esperar el momento de Dios, el no correr, el no
angustiarse por ver resultados o porque los planes no se dan como esperamos, el
no adelantar procesos, el darse tiempo para tomar decisiones…
Saber esperar el
momento de Dios… como lo hizo María… como lo hizo José… Y es que hay tiempo
para todo: para dar y recibir, para hablar y hacer silencio, para hacer y
descansar, para sanarse y curar, para formarse e instruir a otros, para reír y
para llorar, para estar acompañados y estar solos, para comer y ayunar, para…
Saber esperar el
momento de Dios… como lo hizo María… como lo hizo José… viviendo cada día plenamente,
con paz y alegría
Saber esperar el
momento de Dios… como lo hizo María… como lo hizo José… porque su tiempo no es
nuestro tiempo y su ritmo tampoco coincide con el nuestro
Saber esperar el
momento de Dios… como lo hizo María… como lo hizo José… porque todo forma parte
del plan de amor de Dios, porque a todo se le encuentra sentido desde Él,
porque todo llega cuando conviene que llegue y si no llega es porque no debía
darse
Saber esperar el
momento de Dios… como lo hizo María… como lo hizo José…
AMÉN.
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