domingo, 17 de octubre de 2021

“BENDITA FRAGILIDAD”

 

No nos gusta ver nuestra miseria, reconocer nuestra pequeñez, sentirnos dependientes de otros… Huimos de la enfermedad, del sufrimiento, no queremos escuchar noticias trágicas o ver las heridas de los otros porque todo ello nos recuerda nuestra fragilidad, nuestra finitud, lo poquita cosa que somos…

El problema es que mientras todo va bien, y todo lo hacemos, y creemos que todo lo podemos… aumenta nuestro orgullo y soberbia y podemos llegar a vivir sin Dios o creernos más que Él… en cualquiera de los casos estamos perdidos.

¿Cómo abandonarnos en Dios cuando nos valemos por nosotros mismos, cuando podemos conseguir todo lo que queremos, cuando confiamos en nuestro esfuerzo, cualidades y dones, cuando ponemos nuestra seguridad en lo que tenemos, en nuestra inteligencia, salud o virtudes?

Perder algo que se considera importante puede verse como una tragedia pero siempre es una oportunidad para abajarse, reconocer la propia naturaleza y a la vez la dependencia de Dios, descubrir la propia pequeñez y a la vez su grandeza.

Sentir la incapacidad, la impotencia, la desorientación, la soledad, el vacío, la fragilidad… nos ayuda a tomar conciencia de que no podemos nada, de que no somos nada, sin su amor y su gracia

Bendita fragilidad si aumenta nuestro deseo de encontrarnos con Dios y de amarle

Bendita fragilidad si nos hace más humanos, más hermanos.

No sé si has tocado fondo alguna vez o estás en camino, tal vez no necesitas hacer ese recorrido porque se te ha regalado el entendimiento de otra manera, pero a veces es el medio para que se produzca una conversión o cambio en nuestras vidas. Así que si eres uno de estos: abandónate, confía y espera porque el Señor puede hacer obras grandes. Solo en las almas que se sienten y saben pequeñas se produce el milagro. Si otros lo han vivido, también en nosotros es posible

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