Una de las tentaciones en las que podemos caer es quedarnos en lo externo, en lo superficial, en los ritos, en las formas… Nuestro culto a lo que vemos nos puede privar del contenido profundo que hay escondido
En este
tiempo de pandemia se ha pedido a los sacerdotes de más de 80 años en algunas
zonas que no dieran de comulgar. Hoy escuché a uno de ellos decir: “¡Qué triste
que un sacerdote no pueda dar la comunión!”. Nos podemos llegar a apegar a las
cosas más santas e incluso quedarnos en la acción y no profundizar en el
verdadero sentido o lo que significa aquello que hacemos
No me voy a
meter en la explicación teológica sobre que es el dar la comunión pero desde mi
corto entendimiento sí que me parece que tiene un trasfondo que no se limita al
acto concreto sino a una forma de ser, de disponerse, de estar y de hacer en la
vida. Dar y compartir con los otros a ese Jesús al que vamos conociendo y que
llena de sentido y plenitud nuestra vida. No quedarnos con ese Don que se nos
ha regalado gratuitamente sino ofrecerlo a los demás. Compartir y repartir lo
que somos y tenemos, en definitiva nuestra vida.
Damos la
comunión cuando nos interesamos por los problemas, las dificultades y
necesidades de los otros, cuando nos entregamos, cuando servimos, cuando
compartimos, cuando amamos… así como hizo Jesús
Profundicemos en la realidad de lo externo y carguémoslo de sentido para evitar caer en la tentación de apegarnos a lo que no nos pertenece y de perdernos en las formas
No hay comentarios:
Publicar un comentario