Para
ser grandes se nos invita a conseguir títulos, alcanzar metas, tener éxito,
poder o dinero, ser más que…, ocupar un cargo, ser admirados y aplaudidos… ¡Qué
lejos de la verdadera grandeza del ser humano!
Quiero
compartirte lo que el otro día nos contó un sacerdote en su homilía: “De pequeño quería y soñaba con ser mártir
pero luego con el tiempo me di cuenta de que eso hablaba de mi orgullo.
Después, en mi etapa de formación, luché contra un defecto y cuando logré
vencerlo descubrí tres más. Y todo para llegar a la conclusión de que en la vida
del cristiano solo son necesarias dos cosas: Confiar en Dios y amar al
prójimo”.
¡Qué complicado hacemos lo que en principio es tan sencillo!. Por supuesto que el sacerdote habla desde su experiencia y la sabiduría de quien ha estado siempre en el camino y a sus más de ochenta años sigue buscando. Estas indicaciones que nos mostraba son simplemente las que Jesús predicó con su vida: Su confianza en el Padre y el amor al prójimo
¿Hacia
dónde se orienta la educación de los hijos, de los niños y jóvenes de hoy?
Padres y formadores ¿buscamos que sean grandes según los criterios de la
sociedad?. Quizás tendríamos que preguntarnos primero en qué buscamos nosotros
la grandeza para saber hacia dónde estamos orientando a los demás
La
verdadera grandeza humana no se aprecia a los ojos de quienes son del mundo, no
se valora en la sociedad porque no es rentable económicamente, no se busca
porque no se conoce o porque asusta ir contra corriente…
Para
ser grandes hay que confiar en el Padre y amar al prójimo y esto solo es
posible si nos abajamos, si nos sabemos y sentimos dependientes y necesitados,
si salimos de nosotros mismos y vemos en el otro a un hermano y le tratamos
como tal.
Jesús dijo qué ser grande significa ser el servidor de los demás. Tú lo has dicho eso no deja renta. Gracias Gloria.
ResponderEliminar