Querer ser el
más importante, el más grande, responde a los deseos del ego y nos hace perder
el norte. La competición, el compararse, no es propio de quien sigue a Jesús.
Tristemente la realidad es que en la Iglesia vemos mucha rivalidad y en algunos
el ansia por escalar y alcanzar los primeros puestos en sus diversas formas
El deseo de
destacar, de ser valorado, aplaudido… se hace presente en muchas personas
comprometidas en causas muy nobles. Y en ese afán por crecer en popularidad,
éxito, poder y tener, se olvida lo más importante. Y es que… quien gana su vida
la pierde. Vivir auto centrado lleva al olvido de para quién se vive.
La
preocupación no debe de ser si soy o no importante, tampoco el ser grande… sino
hacer la voluntad de Dios. Si por hacer su voluntad soy importante y grande, o
me tienen por estúpido o tonto, no es algo que deba perturbarme.
Jesús
pregunta a Pedro: “¿Me amas?”. No le
interesa que seamos importantes o grandes pues bien sabe de nuestra pequeñez y
fragilidad. Conoce lo que ha creado. No le podemos engañar ni aparentar lo que
no somos y no podemos. No vamos a ganar méritos ante Él. Su único deseo es que
nos abramos a su amor y le amemos.
Muy importante para evaluar mis actitudes y apegos.
ResponderEliminarCuan importante es no olvidar nuestra condición de humano imperfecto. Y, no asumir cargos o responsabilidades ajenas.
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