En los ejercicios espirituales hablaba el
sacerdote de la importancia de la oración de alabanza y de acción de gracias.
Claro que es muy fácil alabar y dar gracias al Señor cuando todo va bien y la
vida parece que nos sonríe pero ¿Y cuándo a un familiar le dan un diagnóstico
terminal o fallece?, ¿Y cuándo alguien a quien queremos se queda sin trabajo o
tiene un accidente?, ¿Y cuándo nos critican, nos humillan, nos desprecian…?, ¿Y
cuándo…?. Cada uno sabe en qué situaciones o circunstancias se le hace difícil
alabar y dar gracias a Dios.
Tenemos un concepto limitado de lo que es
bueno o malo para nosotros. Quedarnos en eso que sucede sin trascenderlo nos
lleva a emitir rápidamente un juicio y a dejarnos llevar por la valoración que
hacemos. Normalmente gozo cuando todo va bien, o tristeza, enojo, impotencia,
frustración… cuando no nos va tan bien.
Si fuésemos más conscientes de que todo,
TODO, forma parte de un plan de amor… Si fuésemos más valientes y nos
abandonáramos de verdad a su voluntad… Viviríamos más despreocupados y más
confiados.
Nuestro entendimiento no podrá llegar a
comprender el propósito de eso que pasa, o los beneficios que va a tener para
la vida de quien lo experimenta o de quienes le rodean… Ahí es donde hay que
dejar el entendimiento aparcado y agarrarse de la fe. Solo entonces podemos
elevar una alabanza y una acción de gracias a quien nos creó, nos cuida, y nos
da en cada momento lo que más nos conviene.
Démonos permiso de sentir enojo o
cualquier otro sentimiento por eso que acontece, pero solo por un ratito… Si
permanecemos mucho tiempo en todos esos sentimientos de resistencia, será como
cerrar la puerta al amor, a la gracia. Enredarnos en nuestras inquietudes solo
hablará de nuestra falta de confianza en quien nos da la vida y sostiene.
Tenemos que dar un salto al vacío. Todo es para bien de los que aman a Dios.
“Bendito y alabado seas Señor”. “Gracias, gracias, gracias…”.
Querida Gloria , 🙏❤️ Muchas gracias por compartir. Bendito y Alabado sea El Señor 🙏✨💐
ResponderEliminar