viernes, 15 de septiembre de 2023

“SEGUIMOS CORTANDO CABEZAS”

 

Me quedo perpleja ante muchas de las noticias que acaparan los informativos. Hace unas semanas el caso del cocinero, hijo de actor, que mató y cortó a pedacitos a un cirujano. Después el del beso en la final del mundial de fútbol de mujeres. Y todo ello despertando juicios de unos y de otros.

San Juan Bautista solo buscó el bien, deseó que todos viviésemos como hermanos y acabó asesinado cruelmente por el capricho de una joven que deseó ver su cabeza sobre una bandeja de plata.

Entre un caso y estos otros han pasado más de dos mil años pero lo cierto es que seguimos cometiendo los mismos crímenes. La realidad no ha cambiado tanto. La humanidad sigue padeciendo de las mismas miserias, de la misma fragilidad, de la misma maldad…

En pleno siglo XXI seguimos cortando cabezas con nuestra lengua: Al que sale en la tele, al vecino, al compañero de trabajo, al hermano… Los juicios hablan de orgullo, de desconocimiento de la propia verdad. ¡Como si lo que ha hecho aquel a quien señalo nunca sería capaz de hacerlo!. ¡Qué confundidos estamos!. Yo no me veo capaz ni de decir que algún día no podría matar a alguien o incluso cortarlo a pedacitos. Siento si escandalizo a alguien pero así me veo, quizás por eso no tengo el valor de emitir el más mínimo juicio ante una realidad así.

Hablar es muy fácil pero caigamos en la cuenta de que podemos llegar a hacer cosas peores. Señalar es una manera de no mirarnos, muchas veces buscando que otros también miren a “quien comete el crimen” para que no conozcan nuestra verdad. Es preferible apuntar con el dedo a otro, así nadie se fije en uno.

No quiero justificar comportamientos, ni apruebo con lo que digo ciertos hechos, pero si conociésemos nuestra naturaleza seguro que no nos sentiríamos dignos de emitir el mínimo juicio.

Pienso en quienes seguían a Jesús. Todos estaban convencidos de acompañarle hasta el final. A la hora de la hora uno le traicionó, los demás lo abandonaron. Nos pasa y puede haber pasado que, pensando en creer poder hacer algo o evitar una caída, hemos fracasado. Pongamos atención en la viga que tenemos en el ojo antes de incentivar a otros a señalar los defectos de otros o apoyar a quienes nos muestran los errores de los demás. Porque todos podemos llegar a cometer los mismos “crímenes” o peores sin que necesariamente corra la sangre.  

2 comentarios:

  1. Que fácil ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el mío, gracias!

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  2. Gracias por tu reflexión, que comparto.Tenía ganas de escuchar algo como lo que has expuesto. Gracias Gloria

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