Hay quien en el camino
del Señor se afana por ser perfecto, por no cometer errores, por cumplir los
mandamientos y no caer, por… dedicando tiempo, esfuerzo y todo lo que esté a su
alcance por conseguirlo. El problema es cuando no se logran las expectativas
deseadas. Con el fracaso viene la condena, la autolesión por medio de mensajes
o hechos, el odio que se revierte hacia sí y hacia los otros, y la consiguiente
culpabilización. ¡Qué mal rollo!. Cuanto sufrimiento y cuanto dolor en vano.
¿A qué se debe el afán
de perfección? ¿Será en la creencia de un “dios” exigente, que nos pide cuentas
de nuestras obras, que nos tiene preparado un premio o un castigo en función de
lo que tengamos que ofrecerle? ¿Quizás se cimenta en los argumentos de algunos
líderes religiosos que sufren del mismo mal? ¿O tal vez es un medio aprendido
desde la infancia para buscar el cariño, el reconocimiento y la valoración de padres
o profesores?
Sea como fuere… Dios no
quiere personas perfectas. Nos sabe imperfect@s, rot@s, herid@s, endurecid@s,
rencoros@s, soberbi@s, engreíd@s… ¿acaso podemos engañar a quien nos conoce
mejor que nosotros mismos?
Dios no quiere
personas perfectas porque ahí no puede hacer su obra. Quiere personas dóciles:
- Que reconozcan su verdad, su pobreza, su miseria, su pequeñez…
- Que estén disponibles y dispuestas a todo, que lo acepten todo
- Que confíen en que están en buenas manos y se dejen llevar
- Que acojan y se dejen abrazar por su amor y su misericordia
La perfección nos aleja de Dios, es un bloqueo a su acción
La docilidad nos
acerca a Dios y le permite ser y actuar
¿Con qué actitud
vives tu día? ¿Con qué actitud te presentas ante Él?
Nos quiere
dóciles, no perfect@s.
Amen
ResponderEliminarAmen
ResponderEliminarDóciles en el amor como EL lo quiere así sea.🙏
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