No podemos ayudar desde la actitud
soberbia de quien todo lo tiene, lo sabe o lo puede porque miraremos a quien
necesita como un ser inferior e indefenso a quien poder rescatar y salvar.
Seguramente será una obra muy buena y la conciencia se quedará muy tranquila
pero ¿hemos visto en esa persona a un/a herman@ o nos hemos servido de él/ella
para alimentar nuestro ego necesitado de valoración, reconocimiento,
admiración… o urgido por el hacer, por el dar fruto…?
Ayudamos realmente cuando servimos
desde la humildad de ver en esa persona a una criatura amada como tú y como yo
por un Padre Bueno pero también tan pobre, herida y necesitada como tú y como
yo. Solo desde esta óptica podemos comprenderle, ponernos en su lugar, tener
compasión. Solo así podemos empatizar. Solo así podemos ayudar
Pero… ¿Cómo puede un ciego guiar a
otro ciego? ¿Cómo puede quien no sabe nadar salvar a quien se está ahogando?.
Hay que convencerse de que sólo somos instrumentos. Debemos estar disponibles
para que Dios actúe y haga su obra. Así es como realmente podemos servir al
Señor de manera que quien nos mire, le vea a Él.
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