Me contaba anoche una amiga la experiencia que tuvo de abandono
cuando, agotada por el cansancio y reconociendo su impotencia, se rindió y
abandonó a la voluntad del Señor. Su esposo y su papá permanecen ingresados en
el hospital por COVID. Tras abandonarse tuvo una de esas “consolaciones sin
causa precedente” que dice San Ignacio. No puede explicar con palabras lo que
le sucedió, una gran paz le inundó. Recibió un gran regalo de Dios al hacerle
sentir su Presencia. Y es que el Padre Bueno siempre está.
Abandonarse… despojarse, rendirse, abajarse, tirarse a tierra… Ser
consciente de que humanamente no lo podemos todo, de la limitación, de la
fragilidad del ser humano, de que no somos eternos
Abandonarse… reconocerse pequeño, necesitado, débil
Abandonarse… dejar de forzar, de exigirse, de correr, de pelear
con la vida o con Dios
Abandonarse… fluir con el viento, dejarse llevar, aceptar lo que
no se puede cambiar, abrazar y acoger lo que es y se nos da en cada momento
Abandonarse… ponerse en sus manos y aceptar su voluntad aunque
no coincida con lo que deseamos, necesitamos, nos gustaría o queremos
Abandonarse… confiar en el Padre Bueno que nos da lo que más nos
conviene
Sabemos que para Dios todo es posible, también que siempre
escucha nuestras oraciones… pero cuando nuestras súplicas no son respondidas ¿qué
nos queda si no es abandonarnos?. Confiemos porque Él todo lo hace bien y no
abandona a sus Hijos. “Lo que Tú quieras Señor”
amén
ResponderEliminarasi es, abandonarse como se abandona una hoja en el río, dejándose llebar por la corriente hasta el mar
ResponderEliminarAbandonarse,Reconocer nuestra limitante y confiar en la misericordia de Dios.El,que nos Ama a pesar de fallarle tantas veces siempre está a la espera de nuestro arrepentimiento y regreso a sus brazos.
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