Preocupaciones sin fin llenan las pobres vidas de creyentes y no creyentes.
Unas nos las creamos: ¿Cómo voy a llegar a fin de
mes?, ¿Cómo pagar las tarjetas?, ¿Cuándo terminaré de pagar la deuda de la
casa, del carro, de la refri, del tele…? , ¿Qué puedo hacer para conseguir más
dinero y así vivir más cómodamente?, ¿Cómo tener más cosas, lograr el éxito o
fama?, ¿Cómo impresionar a otros, que me admiren y valoren por lo que hago o
por mi imagen?, ¿Qué puedo hacer para lograr más resultados?, ¿Y para que los
otros respondan a mis expectativas o a lo que creo que es correcto?, ¿Qué
sucederá si…?, ¿Y si…?...
Otras preocupaciones nos vienen sin buscarlas: la
enfermedad, la muerte de seres queridos, la pérdida de un empleo o de la casa,
el no tener que dar de comer a los hijos, ser víctima de maltrato o de extorsión…
Consecuencias de tantas preocupaciones: la
ansiedad, la angustia, el estrés, el miedo, el enojo, la culpa, la agresividad…
el rechazo, la negación, la resistencia… Provocan una disociación entre lo que
somos y lo que estamos llamados a ser, nos fragmentan… y eso nos hace
infelices.
Ante tanta preocupación, creada o encontrada, Jesús
dice: “¿Por qué te preocupas, no vale tu
vida más que la de los pajarillos?”, “¡Ánimo! Soy yo, no temas”. “Ven a mí si
estás cansad@ y agobiad@”.
Y Pablo a los Corintios les comparte un deseo: “Yo quisiera verlos libres de preocupaciones
(…) Se lo digo para su bien, con miras a una vida más noble en la que estén
enteramente unidos al Señor”. Pablo transmite con sus palabras el deseo de
Dios de vernos libres de preocupaciones y nos da la solución: “Esto solo es
posible si todo nuestro ser se enfoca en estar enteramente unidos al Señor”.
Fusionar nuestro corazón con el suyo. Tener un solo corazón. Vivir todo desde
ese corazón las 24 horas del día. No se trata de hacer, tampoco de estar todo
el día rezando o en el templo… se trata de SER. Ser desde un corazón lleno de
amor que solo entiende de amar.
Sólo una vida más noble, como dice San Pablo, en la
que estemos enteramente unidos al Señor puede liberarnos de las preocupaciones
que nos ahogan y asfixian. Sólo en Dios puede descansar tu alma. Tú decides.
Canción.
Sólo en Dios. Ain Karem
Sólo en Dios descansa mi alma, porque de Él viene mi salvación
Sólo Él es mi roca y mi alcázar, junto a Él no vacilaré
¿Quién sostiene la
esperanza?
¿Quién consuela el
dolor?
¿A quién confiar la
vida?
¿En quién poner el
corazón?
Sólo en Dios…
¿Quién acoge sin
reservas?
¿Quién comparte su
ración?
¿Quién acompaña la
noche?
¿Quién se parte por
amor?
Sólo en Dios…
https://www.youtube.com/watch?app=desktop&feature=youtu.be&v=hDtxcCdgvQs Y este otro canto que también me invita a seguir meditando este tema. Muchas gracias Gloria por tus palabras
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