Lo bello no siempre tiene que ver con
lo estéticamente bonito o lo que marcan los cánones de la sociedad de consumo.
La verdadera belleza tiene una connotación más profunda y nuestros sentidos
corporales no son capaces de captarla
Lo bello se relaciona con la bondad y
pureza del corazón, con la mirada limpia y transparente, con los deseos e
intenciones orientados al bien de los otros
Lo bello tiene que ver con todo lo que
es compasión, ternura, amor
Percibimos la belleza de las personas,
de las cosas, de los acontecimientos… cuando somos capaces de descubrir: la
Presencia del mismo Dios en ellos, el amor escondido pero a la vez manifestado
Podemos contemplar la belleza en el ser
más violento, en la situación más dolorosa… con otra mirada, con el corazón
abierto y para ello es preciso pedir la gracia al Espíritu Santo.
No malgastemos el tiempo y la energía
en atesorar y mantener la belleza que se marchita. Vivir en la superficialidad
nos ciega y nos hace sufrir. Cultivemos la belleza que lejos de perderse se
hace más luminosa con el tiempo. La belleza externa es caduca, desaparece,
acaba muriendo y no puede hacerse nada por impedirlo. La belleza interna atrae,
contagia, irradia y permanece. Solo tenemos una vida. Otro año ha quedado
atrás. ¿En qué y en quién vas a invertir el tiempo que te queda?
No hay comentarios:
Publicar un comentario