Muchísima gente iba a verle. Era tanta la multitud, que le
arrollaban. Las personas que sufrían algún mal se echaban sobre Él para
tocarle…
Hoy vivimos inmersos en un caos mundial que nos ha
cuestionado sobre el sentido de nuestra vida, que ha hecho tambalear y en otros
casos fracasar nuestros proyectos, en el que se ha puesto al descubierto
nuestra debilidad, limitación y fragilidad humana… Quizás en estos momentos nos
identificamos con todos aquellos que llegaban de todas partes a conocer a Jesús
Unos le buscaban porque estaban aquejados de alguna
enfermedad física o emocional, otros por curiosidad o por el “show”, los menos
porque deseaban encontrarse con Él y seguirle
Y tú… ¿Por qué buscas al Señor?
¿Le buscas siempre o solo en los momentos de dificultad o
angustia?
¿Quién es Dios para ti? ¿Qué tan importante es en lo que
vives y haces? ¿Qué tan presente está en tus actitudes y sentimientos para con
los otros?
¿Cómo es tu relación con Él? ¿Rezas algo a la carrerita,
por compromiso o por salir del paso? ¿Hablas y hablas y hablas? ¿Escuchas lo
que tiene que decirte? ¿Es íntima y profunda, o superficial?
¿Qué tan frecuente es tu relación con Él? ¿Solo cuando hay
problemas, cuando tienes tiempo o por el contrario reservas todos los días tu
espacio y tu tiempo para encontrarte con Él?
¿En qué se basa esa relación: en el miedo, en la necesidad,
en el amor…?
De cuáles sean tus respuestas, a estas y otras preguntas,
dependerá la idea o imagen que tengas de Dios
En el fondo de todo corazón humano, creyente o no creyente,
hay un anhelo de encontrarse con Él pero
no para que vaya a satisfacer las necesidades o resolver los problemas. Se
trata de un deseo puro de amor incondicional de ida y vuelta.
Busca al Amor sin expectativas, sin exigencias… sin
atropellarle. Ábrete camino entre la multitud sin golpear, sin empujar… con
suavidad… solo así llegarás. Ábrete camino entre los ruidos y las voces que
tratan de despistarte o desorientarte. Ábrete camino entre los afanes de cada
día. Pero cuidado porque ese buscar, ese abrirse, no es tanto un hacer sino un
detenerse y dejarse encontrar por Él. Cuando se produce el encuentro sobra toda
palabra, el Amor lo llena y envuelve todo, hallaste lo que buscabas, solo te queda
abandonarte y confiar
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