Un hombre, que pide en la puerta de una iglesia, me compartió
esta mañana que su hermano le había invitado a cenar a casa el día de Navidad y
le iba a dar 50 euros. ¡Imaginad mi sorpresa!. Y continuó diciendo: “Es lo menos que puedo hacer ya
que me invita, no lo va a poner todo él, si no me lo quiere recibir pues nada
pero de mí está el darle ese dinero”. No pude evitar sonreír. ¡Qué
generosidad!. Una persona que vive de la limosna de otros. No dejaba de resonar
en mi interior “Nadie hay tan pobre como para no
compartir”. Y es que pobre es más bien el que no comparte por miedo a
que le falte, o por dudar de en qué se terminará empleando eso que podría dar
Y hay una segunda parte: “Nadie hay tan rico como para no recibir”.
¡No se moleste!, ¡No por favor, le agradezco pero no!, “No necesito, muy
amable”… No abrirnos a los regalos, gestos y muestras de afecto de los otros
solo habla de orgullo, autosuficiencia, prepotencia…
Y es que ni somos tan pobres como para no compartir algo de lo
que tengamos (dinero, cosas, cualidades, dones, tiempo, escucha, consuelo…), ni
tan ricos como para rechazar el amor de los otros expresado de tantas y tantas
formas.
Genial M. Gloria!! Genial!!!
ResponderEliminarSi tu hermano te invita a cenar regálale tu presencia, tú cariño. No le des 50€
ResponderEliminarEn serio te crees la historia del pobre que pide limosna en la puerta de la iglesia, ejemplo de generosidad? O es una introducción para tus historyes?
ResponderEliminarPuedo publicar mi nombre. No soy unknown. Me llamo María Teresa
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