Creo
que hay acciones muy buenas y santas pero que se convierten en tentación cuando
van precedidas por el “tenemos que…”. Y es que puede que
contemos en nuestro haber con un “ego espiritual” que quiera realizar grandes
hazañas, emular a los santos, sacrificarse, hacer costosas penitencias,
comprometerse en muchos grupos, ser reconocido por las buenas obras… Y además
no hay que olvidar que existe algo que se llama soberbia espiritual que nos
puede hacer creer que por “eso”: Somos imprescindibles, mejores que los otros y
además contamos con más gracia de Dios.
“Tenemos
que…”. Sí, estoy de acuerdo, “tenemos que”, pero “tenemos que…” soltar el control, abandonarnos, abrirnos a la
sorpresa y a la novedad, aceptar sus caminos y su forma aunque no correspondan
con lo que pensábamos, asumir nuestra condición débil y pecadora, acoger
nuestra fragilidad y pobreza, hacer su voluntad y no la nuestra, salir de
nuestro amor propio… para que pueda ser y obrar en nosotros.
Cuando
“tengo
que…” el/la protagonista soy yo, quien lleva el control soy yo, quien
hace soy yo. ¿Acaso no hago mi propia voluntad cuando vivo en función del “tengo
que…”?
Cuando nos convertimos: Los “tengo que” desaparecen… porque el amor lo mueve todo, porque el amor se da gratuitamente, porque el amor no se siente obligado a entregarse. Ya no se siente esa imposición, esa pesadez, esa carga… El centro pasa a ser el amar porque sí. El amar por el hecho de amar no responde a ningún “tengo que” ¿o se puede amar a la fuerza?
Mientras
sigamos pensando, creyendo y viviendo desde el “tenemos que”… y miremos a los otros de menos o
creyéndonos los salvadores imprescindibles y elegidos… será porque nos falta
mucho camino por recorrer en nuestra propia conversión.
Maravillosa reflexión que me llama a la humildad.
ResponderEliminarUn gozo leerte, como siempre Gloria, estupendo!
ResponderEliminarDios la bendiga, Gloria ❤️
ResponderEliminarTengo que, decirte que te admiro Gloria, tus mensajes me descubren mi orgullo y vanidad.
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