Hay una frase que se
escucha en muchas eucaristías justo antes de la comunión y que siempre me deja
triste.
Hoy sin ir más lejos la
frase fue así: “Todos los preparados acerquémonos con corazón digno a recibir
la Sagrada Comunión”. En este momento no se entiende porque estamos en fase
cero de la pandemia y no hay otra opción que la comunión espiritual que
afortunadamente no excluye a nadie
Cuando me ha tocado
asistir a la eucaristía y he escuchado esta frase u otra similar, no puedo
dejar de preguntarme: ¿Y quién está preparado? ¿y quién es digno?. Me agarra la
tentación de quedarme sentada en la banca, porque solo yo sé cómo está mi
corazón, pero cuando soy capaz de vencerla y voy a recibir a Cristo, me acerco
con tristeza sabiéndome indigna a la vez que me cuestiono cuántos de los que se
quedan en sus bancas están más preparados y son mejores testigos de Cristo que
yo
¿Un Dios que es amor
incondicional puede hacer discriminación entre preparados y no preparados,
buenos o malos, dignos o indignos? Y en caso de que la hiciera: ¿no tendrían
que pasar primero los excluidos, los pecadores, los…?
“Acerquémonos con
corazón digno”. Yo te pregunto: “¿Cómo está tu corazón?”. Te comparto como está
el mío y como se siente: pequeño, herido, roto, necesitado de sanación, de Él…
Con ese corazón es con el que me acerco porque no tengo otro, es todo lo que
puedo ofrecer. Y si un corazón así no está preparado ni es digno ¿a quién le
corresponde juzgarlo? ¿Quién necesita salud: los sanos o los enfermos?
Un texto con mucho sentido y mucho corazón. Gracias. Un abrazo, Gloria, soy Oskar, del GJM.
ResponderEliminarUn texto con mucho sentido y mucho corazón. Gracias. Un abrazo, Gloria, soy Oskar, del GJM.
ResponderEliminar