Dios está en todo y todo es lugar de encuentro con Él
pero hay lugares, espacios y momentos a los que no debemos renunciar. Son esos
tiempos de encuentro personal con Él en la intimidad ya sea por medio de la
oración o de los sacramentos.
Fácilmente podemos descuidarlos cayendo en la tentación
del “hacer”. Y además ¡hasta lo justificamos!: “Te he dejado por estar
sirviendo”, “También estás en el compromiso con los otros”, “Total por un
día…”, “Es que si no lo hacía yo…”, “Es que nadie quiere comprometerse…”, “Es
que me lo pidió el Padre y no podía decirle que no…”… Y poco a poco vamos
abandonando y dejando de considerar
importante lo esencial
Si quiero que el “Primero Dios” no sea solo una frase
hecha y bonita, tengo que organizar mi vida y mi día de tal forma que Él sea
primero.
El hacer apremia, la mies es mucha pero “no por mucho
madrugar amanece más temprano” y ni tú ni yo vamos a salvar el mundo
Se trata de hacer lo posible, no todo. Siempre va a haber
cosas por hacer, situaciones que mejorar y gente a la que salvar
Comprometerte por encima de tu capacidad solo puede
estresarte, enojarte e incluso enfermarte
Si no te cuidas y cuidas esos tiempos de “estar”,
aparecerán otras tentaciones y cuando quieras darte cuenta te habrás perdido
Trabajo: Sí
Compromiso con el bien común: Sí
Atención a los “más
pequeños”: Sí
Pero sabiendo descansar y cuidando los espacios de
encuentro personal con quien nos ama y nos sostiene
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