Creo
en un Dios todopoderoso en un amor y en una misericordia que exceden la razón y
la lógica humana pero creo también que este Dios es tan débil y frágil que se
encarna en Jesús, un ser: necesitado, dependiente, pequeño, pobre y sufre la
humillación, el desprecio, los golpes, las injurias, el maltrato, la traición,
el abandono…
La debilidad y fragilidad, de los otros y también la propia, es otro de los lugares de encuentro con Dios. La realidad es que surgen las resistencias ante el ver, oír o tocar todo lo que tenga que ver con la pequeñez… aparecen los miedos y después la lucha… Y como consecuencia: el pasar de largo, las distracciones para no pensar en ello, la búsqueda desesperada por paliarla…
¿Cuántas
veces, ante la debilidad propia o ajena, se eleva una plegaria al cielo para
que Dios la elimine? ¿Por qué mejor no pedir que en la experiencia del
encuentro con la debilidad podamos descubrirle, conocerle más, sentir su
Presencia, experimentar su amor…?
Hay
quienes no reconocieron a Jesús teniéndole delante. Sus ideas, sus esperanzas,
sus creencias sobre las características del Mesías, el cumplimiento de las
leyes y las normas, las tradiciones… les cerraban y cegaban a poderlo
descubrir. Tristemente después de más de dos mil años seguimos con esquemas
cuadriculados, ideas preconcebidas, formación obsoleta… sobre Jesús, su buena
noticia, dónde encontrarlo… Y es que ¡cómo cuesta creer en un Dios pequeño,
débil, frágil! Es más cómodo buscarle en lo establecido, en lo conocido, en lo
que da seguridad… Es más fácil creer en un Dios al que hay que cumplir, al que
puedo pedir… un Dios que me va a solucionar los problemas o que me va a
compensar mis esfuerzos y sacrificios
Simeón
y Ana se encontraron con Dios en la debilidad al reconocerlo en un bebé en
brazos de sus padres, María y Juan acompañaron a Dios en la debilidad (sin
fuerzas, herido, cansado… crucificado)
Mi
debilidad, la debilidad de los otros, es oportunidad, medio de encuentro con el
Dios de Jesús.
Acoger,
abrazar mi debilidad. ¿Por qué no abrirme desde ella a la sorpresa, al
encuentro? Dejarme tocar por la debilidad. Acompañar a Dios débil encarnado en
quienes sufren. ¿Por qué rehuirla, por qué luchar contra ella, por qué tener
miedo…?
Muchas gracias, querida Gloria.
ResponderEliminarLa debilidad nos lleva a ese encuentro con Jesucristo. Que desaparezca el miedo, y confiar plenamente en Dios.
ResponderEliminarGracias por hacerme consiente y feliz con mi debilidad.
ResponderEliminarMuchas gracias Hermana Gloria, gracias por hacerme tomar conciencia de mi debilidad
ResponderEliminarGracias Gloria por recordarnos que en la debilidad es una oportunidad para conocer el amor de Dios.
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