Dios
creó al ser humano imperfecto, frágil, pequeño… para que no se jacte ni se
engría creyéndose “dios”, para que por medio de él se manifieste su AMOR. El
Creador no deja de amar la obra de sus manos pero nosotros: prescindimos de Él
cuando nos sentimos autosuficientes, nos alejamos porque no responde a nuestros
deseos y expectativas, no acogemos su amor al descubrir nuestra miseria, al sentirnos
indignos…
Hace falta mucha humildad para que, como Pedro, nos abramos al amor de Dios. Sólo es posible reconociendo la limitación, los miedos, la fragilidad, las resistencias… Sólo es posible si se abraza la historia, si se acogen las caídas, la torpeza, los defectos… Sólo es posible si nos damos por vencidos, si nos rendimos, si cedemos el control… Sólo es posible si caemos en la cuenta de que nada somos y podemos por nosotros mismos, que todo es don y gracia regalado por puro amor.
Pedro
pudo confesar a Jesús que le amaba, y abrirse a su amor, cuando fue consciente
de sus miedos, de su orgullo y soberbia, de que su voluntad no coincidía con la
de Dios, de su imagen equivocada del Mesías…
Tropezando
una y otra vez Pedro, fue conociendo a Jesús y conociéndose a sí mismo. Cuando
aceptó la propia pequeñez se abrió al amor del Señor y comenzó a amar
Sumamente hermoso y aleccionador!!!
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