viernes, 21 de enero de 2022

“¿QUÉ HAY QUE HACER PARA SALVARSE?”

 

No nos justifica ni salva el ser buenas personas, ni las grandes obras, ni los múltiples compromisos, ni la cantidad de novenas o rosarios rezados, ni el tener cargos de relevancia dentro de la iglesia, ni… Lo que nos justifica y salva es Su Amor y Su Misericordia. ¿Puede ser de otro modo?. Quien se conoce sabe que:

* No tiene razones para vanagloriarse ni engreírse

* Nada bueno proviene de sí ni le pertenece

Nuestra pobre naturaleza es seducida por: el poder, el dinero, el consumismo, el placer, el éxito… Se ve enredada en múltiples conflictos fruto de heridas, necesidades, ansias de… Sin embargo, en medio de todo esto, descubrimos infinidad de actos cargados de bondad, generosidad, misericordia, entrega desinteresada, servicio… ¿Tantas cosas buenas pueden ser  propias de nuestra condición: pobre, pecadora, herida, frágil?

En estos actos que definimos “buenos” no cabe la alabanza a quien se ve (la persona)… pero sí a su Autor, a quien no se ve (Dios),  que hace posible que allá, donde parece que solo hay muerte y miseria, brote la vida por medio del amor y la misericordia.

Que sepamos reconocer, agradecer y alabar todo lo bueno que existe y de quién procede, porque si ponemos el foco de atención en el instrumento del que se sirve solo lograremos alimentar: la soberbia, la rivalidad, la envidia, los conflictos, la vanidad…

Una llamada a la atención, al agradecimiento, a la humildad, a alegrarnos de lo bueno que hace a través de los otros y de nosotros, a reconocer de quien procede todo bien, a reconocernos salvados tan solo por Amor.

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