sábado, 15 de enero de 2022

“¿TE ATREVES A BUSCAR EN LO DÉBIL?”

 

Muchas veces hemos leído o escuchado la frase de Pablo “…mi mayor fuerza se manifiesta en la debilidad” 2Cor 12, 9. ¿Cómo se puede manifestar su fuerza cuando nos duele todo el cuerpo o tenemos una enfermedad grave, crónica o incurable? ¿Cómo cuando fallamos y caemos? ¿Yen los fracasos? ¿Y ante las humillaciones…? ¿Y en los niños, los ancianos o las personas dependientes? ¿Y en quienes no pueden llevar al médico a sus hijos o no tienen un triste plato de comida que darles? ¿Y en quienes…?...  ¿Cómo sentir la fuerza del Señor cuando el ser humano se siente insignificante, nada valioso, necesitado, vulnerable…?


En la debilidad se caen las máscaras y los muros de defensa que hemos levantado para protegernos de los otros… En la debilidad nos sentimos a la intemperie, frágiles… nada o muy poquito se puede


La fuerza que se manifiesta es la del amor de Dios, que difícilmente puede expresarse cuando tropieza con el orgullo, la autosuficiencia, el éxito, el poder, la vanidad, el tener, el placer… Cuando se reconoce la propia verdad… solo queda el amor

Nuestra alma anhela encontrarse con el amor de Dios pero no lo buscamos en la debilidad ajena y tampoco en la propia, por eso no lo encontramos. A todos, creyentes o no, nos mueve ese deseo pero no lo alcanzamos porque escogemos caminos equivocados. Simeón y Ana, dos personas que reflejan su debilidad en su edad avanzada, fueron capaces de reconocer a su Salvador en un bebé indefenso, en la misma debilidad. Se les manifestó el amor y la ternura del Señor en un niño de apenas unos días de vida.

El amor de Dios alcanza su grandeza y plenitud en la pequeñez. Se manifiesta en lo débil y pequeño, en lo necio, en lo despreciado, en lo aparentemente “inútil”, en lo marginado… En cada persona que sabe que nada le pertenece, que todo es don y gracia… En quien reconoce su vulnerabilidad y pequeñez y no se engríe… En quien no tiene pero tampoco ambiciona…

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