miércoles, 26 de enero de 2022

“EL DESIERTO Y LA ESPERA”


Leía el otro día una frase: “Es importante saber esperar hasta que llegue el momento justo”. Hacía referencia a los tiempos de desierto, esos por los que todos hemos pasado o podemos estar viviendo en la actualidad: Estar sin trabajo, la espera de un diagnóstico, una operación, la llegada de un bebé al mundo, permanecer ingresado en un hospital, padecer una enfermedad terminal, la soledad de quien ha perdido a su pareja…

Hay desiertos elegidos y desiertos que aparecen en la vida sin buscarlos… Desiertos que duran unos días mientras otros duran meses o incluso años.



El desierto es tiempo de: Silencio, vacío, paciencia, abandono, confianza, purificación, conocerse, conocer a Dios, encuentro… A veces asusta la oscuridad de la noche. En ocasiones aparece la impaciencia y la desesperación… pero ¿Cuál es la prisa o el afán por querer salir del desierto cuanto antes? ¿Qué perseguimos? ¿Qué deseamos alcanzar? ¿Qué hay tan urgente que no pueda esperar? O quizás nos tendríamos que preguntar: ¿A qué le tenemos miedo? ¿De qué huimos?. Y es que… ¿De qué nos serviría salir del desierto si volvemos a lo de siempre sin que nada en nosotros haya cambiado? 

En el desierto también está el Señor… “Es importante saber esperar hasta que llegue el momento justo”. La clave: SABER esperar. Porque hay maneras de esperar. Hay quien espera la llegada de un amigo enredando en el celular y quien espera sentado contemplado lo que acontece en la realidad en ese momento. En el desierto pasa igual, hay formas y formas de esperar y ahí radica la diferencia entre saber o no esperar.

Quien no sabe esperar: Llena su desierto, la vida y el tiempo, de: cosas, gente, ruido, actividades, proyectos… Para que el tiempo pase rápido, para no mirar, para no pensar, para no sentir… ¿De qué sirve un tiempo de desierto si lo llenamos de “lo de siempre”?

Quien sabe esperar: Va al ritmo de la vida, no tiene prisa… Prioriza el silencio, la escucha, la soledad, el vaciarse de lo superfluo… Valora el presente y lo agradece… Sabe que ese tiempo es de Dios y no falta su cuidado, su providencia, su amor. 

No es fácil pero es cuestión de actitud. No se trata si dura más o menos, de si lo he buscado o me lo he encontrado en el camino. ¿Cómo quiero vivir mi tiempo de desierto?.


2 comentarios:

  1. Sí, es indispensable vivir nuestros tiempos de desierto porque, son lecciones de vida, nos forjan, si sabemos aprovecharlos, en realidad pasan rápido y comprobamos que siempre llega la solución.

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  2. Viviendo mi desierto en este inicio de año, sólo le pido a Dios, sea un tiempo de purificación, sosiego, tranquilidad en mi alma.
    Un tiempo para revisar y enmendar.
    Gracias Gloria.

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