¿Qué pedimos
en nuestras oraciones? ¿Cuál es nuestra actitud? ¿Exigimos y demandamos o le
dejamos ser y hacer como Él crea más conveniente? ¿Dónde queda el “hágase tu
voluntad”?
Muchas veces
pedimos lo que creemos mejor según nuestros criterios e incluso podemos hacer
grandes y dificultosas promesas si se nos concede. Una relación con un Ser
Superior de “si me das, te doy, pero que sea lo que yo quiero”, se podría
definir como mercantilista. Son muchos los que se decepcionan al sentirse no
escuchados y no atendidos en sus demandas. Es normal que se enojen y alejen de
un “dios” así y hacen bien porque no existe ese “dios”.
Un leproso se acerca a Jesús, se postra de rodillas y le dice: “Si quieres puedes sanarme”. No le obliga a Jesús, no mira su propio interés, se abre a lo que Él quiera hacer con su pobre vida. Y Jesús… responde, le sana. Y el leproso da gloria a Dios después de ser curado.
Sin embargo
Jesús pronuncia las mismas palabras antes de ser apresado: “Si
quieres aparta de mi este
cáliz pero no se haga mi voluntad sino la tuya”. Humildad, disposición… abandono.
Jesús acaba en una cruz asesinado
En un caso la respuesta es la salud, en el otro la muerte en cruz. Desde criterios humanos que juzgan lo que es bueno o no, es imposible llegar a comprenderlo. ¿Cómo entender a un Dios así?. Es necesario mirar más allá. Tanto la salud en el caso del leproso, como la cruz en el caso de Jesús, fueron medios para dar gloria a Dios, fueron medios a través de los cuales se manifestó la grandeza y el amor de Dios en la debilidad y fragilidad. Si miramos la salud y la cruz como fines es normal que no entendamos. La salud y la cruz tan solo fueron medios para algo mayor.
San Ignacio
insiste en sus ejercicios espirituales en no desear más salud que enfermedad,
riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, solo desear
aquello que más conduce al fin para el que hemos sido creados.
Si
quieres… pero que se haga lo que Tú quieras y no lo que yo deseo…
porque un Padre Amor y Providente nunca abandona a sus hijos.
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