jueves, 11 de febrero de 2021

“LA HERMANA MUERTE”

 

Una de las cosas que nos hace iguales, a todos los seres humanos del planeta y por la que todos vamos a pasar, es la muerte. Y el problema no es la muerte en sí sino la actitud que tenemos ante ella

Para quienes no tienen fe, todo acaba cuando el corazón deja de latir. Para quienes creen en la reencarnación, volverán acá a la tierra con otra apariencia. Para quienes creemos en la vida eterna y en las promesas de Dios, sabemos que estamos de paso y que tarde o temprano: veremos al Señor cara a cara y nos reencontraremos con nuestros seres queridos

San Francisco veía la muerte como hermana y compañera, y todos los santos han deseado morir para fundirse en un abrazo definitivo con el Amor, con Dios.



Si la muerte es una realidad que nos va a llegar tarde o temprano: ¿Por qué no vivir preparados? ¿Por qué nos resistimos a que se vayan familiares y amigos y hacemos grandes cadenas de oración para retenerlos un poco más en esta tierra? ¿Por qué ver a la muerte como una enemiga y no como una maestra que nos enseña a vivir con más plenitud y a darnos cuenta de nuestros apegos y cadenas? ¿Por qué no mirarla de frente y aceptarla como parte de nuestra condición humana?  ¿Por qué no hablar de ella? ¿Por qué enojarnos contra ella? ¿Por qué acusar a Dios de llevarse a quienes creemos todavía necesarios entre nosotros?

Somos seres finitos, limitados, estamos de paso… Agradezcamos al Señor el haber conocido y compartido con quienes se nos adelantaron, confiados en que un día volveremos a encontrarnos con ellos. Y sigamos viviendo, amando y sirviendo, porque no sabemos cuándo será nuestro día y nuestra hora. No dejemos proyectos para mañana, no esperemos a estar preparados para comprometernos… Hoy, aquí, ahora… 

Fuimos creados por amor y por el Amor, para vivir desde el amor, y regresaremos al Amor que nos creó. Si ésta es nuestra fe vivamos desde ella.

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