Se escucha decir en los medios de comunicación, y también a
familiares y amigos, que una persona gana la batalla al COVID cuando sana, y la
pierde cuando muere. Y lo mismo se dice de otras enfermedades como el cáncer. Definitivamente
es una visión del mundo y de la sociedad de este momento según la cual ganar
tiene relación con el éxito, el triunfo, el poder…
Desde la fe se mira de otra forma. Para ganar hay que
perder, hay que dejar, hay que soltar. Estoy segura de que, muchos de los que
ya se nos adelantaron, ganaron la batalla al COVID. Y también convencida de que
muchos de los que recuperaron la salud o vivieron de cerca esta experiencia en
personas queridas, la perdieron.
Ganas la batalla al COVID cuando caes en la cuenta de tu
limitación, finitud, fragilidad… y te acoges y abrazas tal y como eres, tal y
como estás.
Ganas la batalla al COVID cuando te reconoces dependiente
de quien te ha creado y amado desde antes de que nacieras.
Ganas la batalla al COVID cuando ves y vives la enfermedad
como una oportunidad de encuentro con el Padre Bueno, de reconciliación con la
vida y con tu historia
Ganas la batalla al COVID cuando comienzas a valorar las
pequeñas cosas y a prescindir de aquellas otras que no son necesarias.
Ganas la batalla al COVID cuando crees que la muerte no
tiene la última palabra, cuando esperas y confías en las palabras de Jesús,
cuando te abandonas en los brazos de Dios y aceptas su voluntad sobre tu vida.
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