Lo que cambia y
transforma, lo que convierte el corazón, no es el hablar mucho de Dios, tampoco
ampliar nuestros conocimientos sobre lo que es o no Dios, ni el estar todo
el día en el templo… Lo que verdaderamente produce la conversión es tener
experiencia de Dios, abrirnos al don, al Amor que es, al Amor que se nos regala
a través de nuestra vida y que podemos contemplar en todo lo creado
Nuestra transformación no
va a ser fruto de nuestro esfuerzo, de méritos o de sacrificios. Con esto no
digo que hay que quedarse de brazos cruzados. Tenemos que poner todo de nuestra
parte para que se produzca ese encuentro sabiendo que el protagonista es Él y
quien obra el cambio es Él. Algo así como ¡ponerse a tiro!
Podemos constatar que
nuestras oraciones muchas veces no dan el fruto deseado y esperado, seguimos en
lo de siempre, caemos en los mismos hoyos y tropezamos en las mismas piedras… Y
todo porque no le dejamos ser y hacer en nuestra vida. Mientras no paremos,
silenciemos nuestros ruidos, nos dispongamos a aceptar lo que tenga que pasar,
abramos nuestro corazón… nuestra oración continuará siendo estéril y nuestra
vida la misma de siempre.
No es tanto lo que haces sino que te dejes hacer
No es tanto lo que dices sino que escuches
No es tanto lo que te des
sino lo que Él te quiere regalar.
No es que tú le buscas y Él se deja encontrar, sino que Él te busca y de ti depende si quieres dejarte encontrar
Muy buenos blogs, excelentes orientaciones para caminar sin tropezar con lo mismo.
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