Hay personas a las que al preguntarles cómo están,
responden: “Bendecid@”. Pero ¿es una respuesta hecha o realmente quien lo dice
se siente bendecid@? ¿A qué hacen referencia cuando dicen estar bendecidos?
Me surgen estas preguntas porque hay quienes dicen
estar bendecidos por el Señor cuando las cosas les van bien, cuando tienen un
buen trabajo que les da una cierta estabilidad económica, cuando consiguen una
buena casa, cuando les toca la lotería, cuando tienen éxito, cuando están con
salud, cuando son admirados, cuando…
No digo que éstas y otras no sean bendiciones del
Señor pero me surge otra pregunta: ¿Cuál de ellas perdura en el tiempo? Mañana
puede ocurrir algo y perder el trabajo o la casa, o puedes enfermar o quienes
te rodean, o pueden criticarte y volverte la espalda aquellos en los que tanto
habías confiado… ¿Te seguirás sintiendo entonces bendecid@ por el Señor? ¿O te
enojarás contra Él? ¿O te resignarás? Seamos realistas y es que nada,
absolutamente nada, ni siquiera nosotros vamos a permanecer eternamente acá. Todo
es pasajero, todo pasa, todo es finito. Agradezcamos lo que tenemos en cada
momento pero con la libertad de soltar y desprendernos de ello cuando llegue la
ocasión. Reconozcamos y aceptemos también que nada nos pertenece.
San Ignacio lo entendió muy bien cuando oraba a Dios
diciéndole: “Toma Señor y recibe, toda mi libertad, mi memoria, mi
entendimiento y mi voluntad, todo mi haber y mi poseer, vos me lo diste a vos
Señor lo torno, todo es vuestro, disponed a toda vuestra libertad, dame tu amor
y tu gracia que ésta me basta”
¿Cambiarías la bendición de sentir y experimentar el
amor y la presencia del Señor por otras bendiciones? ¿Acaso no vale más esto
que todo el oro del mundo, que incluso el poder vivir un día más, que…?
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